El cielo profundo. La arena y el viento.
Cuerpos felices al sol.
Las paredes blancas, las sombras dramáticas, las flores exóticas.
Recostados, con aroma de siesta y picaduras en la piel, observamos las hojas del platanero bailar. Inmersos en la ausencia del tiempo, dejamos el calor y la tarde pasar.
Nuestras mentes vagan lentas. Nuestras bocas no conversan.
Esos recuerdos.
Estar desnudo frente al mar y de espaldas a la tierra.
Oír música lejana, fantasear vidas ajenas.
Improvisar. Sentir el verano. Dejarse llevar.
Experimentar la libre voluntad del cuerpo.
Fotografías de Rosa C.
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